Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego eterno...
DIOS de infinita misericordia, confiamos a tu inmensa
bondad a cuantos han dejado este mundo para la eternidad, donde tú esperas a
toda la humanidad, redimida por la sangre preciosa de Jesucristo, muerto en
rescate por nuestros pecados.
No mires, Señor, tantas pobrezas, miserias y debilidades
humanas con las que nos presentaremos ante el tribunal para ser juzgados para
la felicidad o la condena.
Míranos con la mirada piadosa que nace de la ternura de
tu corazón, y ayúdanos a caminar en el camino de una completa purificación.
Que ninguno de tus hijos se pierda en el fuego eterno, donde
ya no puede haber arrepentimiento.
Te confiamos, Señor, las almas de nuestros seres
queridos, y de las personas que han muerto sin el consuelo sacramental o no han
tenido manera de arrepentirse ni siquiera al final de su vida.
Que nadie tenga el temor de encontrarte después de la
peregrinación terrenal, en la esperanza de ser acogidos en los brazos de la
infinita misericordia.
La hermana muerte corporal nos encuentre vigilantes en la
oración y llenos de todo bien, recogido en nuestra breve o larga existencia.
Señor, que nada nos aleje de ti en esta tierra, sino que
en todo nos sostengas en el ardiente deseo de reposar serena y eternamente.
Amen.
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