María Inmaculada, tú te nos has dado a ti misma como nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Tú nos has pedido que oremos con confianza prometiendo que
así recibiremos grandes bendiciones. Sabemos de tu compasión, porque tú viste a
tu Hijo sufrir y morir por nosotros.
En tu unión con su sufrimiento, te hiciste la Madre de todos
nosotros, cargaste con un gran dolor para así poder ayudarnos a salir adelante
como hijos tuyo. Madre mía, gracias por cuidarnos siempre, por estar cuando más
lo necesitamos, por aliviar dolores del alma pero sobre todo dolores del
cuerpo.
María, madre mía, enséñame a entender mi sufrimiento como lo
haces tú y a soportarlo en unión con el sufrimiento de Jesús. En tu amor de
madre, calma nuestro miedo y aumenta nuestra confianza en el misericordioso
amor de Dios.
Según el plan de Dios, consigue para mí la curación que
necesito. Intercede ante tú Hijo, para que me dé la fuerza que necesito para
trabajar para la gloria de Dios y la salvación del mundo.
Y así en sanación seguir ayudando a más personas para la salvación
del alma y del cuerpo.
Convencidos estamos con una fe inquebrantable de la gracia y
del amor de Nuestro Señor a través de ti.
Amén
María, salud de los enfermos, ruega por mí
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