Lectura del libro de Isaías (6,1-2a.3-8):
Sal 137
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario. R/.
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R/.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios
(15,1-11):
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados,
y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que
os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo
recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue
sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció
a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos
hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto;
después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último,
como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de
ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia
para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos
ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto
yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le
pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la
gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos
recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de
peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los
compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una
mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se
hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que
estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les
pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo,
lo siguieron.
Palabra del Señor
No hay comentarios.:
Publicar un comentario