Señor, Jesucristo, de la oscuridad hiciste surgir la luz, de la muerte la vida y de la soledad la sabiduría.
En el abismo de la soledad más profunda habita, de ahora en
adelante y para siempre, la protección poderosa de tu amor; desde el rincón
oscuro ya podemos cantar el aleluya de los que se salvan.
Concédenos la humilde simplicidad de la fe, que no se
desvanece cuando nos acosan en las horas de oscuridad y abandono, cuando todo
se torna problemático.
Danos tu compañía de paz en todos y cada uno de los momentos
cuando más te necesitamos y danos la inteligencia suficiente para sacar mi vida
adelante.
Que la soledad sea una aliada de bienestar para que en el
futuro pueda valorar y disfrutar de buenas compañías.
Concédenos en este tiempo en que, en derredor de uno se
traba una lucha mortal, la luz para poder entregarla a los que de ella
necesitan más que nosotros.
Haz brillar sobre nosotros el misterio de tu alegría pascual
como aurora de la mañana.
Concédenos ser personas verdaderamente pascuales en medio
del sábado santo de la historia.
Concédenos que, a través de los días luminosos y oscuros del
tiempo en que vivimos, podamos siempre con ánimo alegre, caminar hacia la
gloria futura.
Amén
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