Por un niño
Señor, tú que conoces nuestra profunda tristeza por la
muerte del (de la) niño(a) N., concede a quienes acatamos con dolor tu voluntad
de llevártelo(a), el consuelo de creer que vive eternamente contigo en la
gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por un joven
Concede, Señor, la felicidad de la gloria eterna a tu
siervo(a) N. a quien has llamado de este mundo cuando el vigor de la juventud
embellecía su vida corporal; muestra para con él (ella) tu misericordia y
acógelo(a) entre tus santos en el canto eterno de tu alabanza. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Por los padres y abuelos
¡Oh Dios! Nos mandaste honrar padre y madre. Por tu
misericordia, ten piedad de mi padre (madre) y no recuerdes sus pecados. Que yo
pueda verlo (la) de nuevo en el gozo de eterno fulgor. Te lo pido por Cristo
nuestro Señor. Amén.
En caso de accidente o suicidio
Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo unidas a las lágrimas de dolor que sentimos por la muerte inesperada de nuestro(a) hermano(a) N., y haz que alcance tu misericordia y goce para siempre de la luz de aquella patria en que no hay más sufrimiento ni muerte. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oración en el cementerio el día de los fieles difuntos
La costumbre de visitar los cementerios el día de difuntos
es una buena oportunidad para orar por ellos y afirmar nuestra fe en la
resurrección. Proponemos para esta ocasión la siguiente celebración.
A/. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
T/. Amén.
A/. Bendigamos al Señor que, por la resurrección de su Hijo,
nos ha hecho nacer a una esperanza viva. T/. Bendito seas por siempre, Señor.
A/. Hermanos: Todos tenemos familiares y amigos que han
muerto. Hoy los recordamos a ellos y a todos los que han fallecido y los
encomendamos a la misericordia de Dios. En este cementerio nos unimos para
afirmar nuestra fe en Cristo que ha vencido la muerte y nuestra esperanza de
que él vencerá también nuestra muerte y nos reunirá con nuestros seres queridos
en su reino de gloria. Que esta celebración nos anime a ser fieles al Señor y a
seguir los buenos ejemplos que nuestros familiares nos dejaron en su vida.
Comencemos reconociendo nuestros pecados ante el Señor (momentos de silencio).
Tú que resucitaste a Lázaro del sepulcro, SEÑOR, TEN PIEDAD.
Tú que has vencido la muerte y has resucitado, CRISTO, TEN PIEDAD.
Tú que nos has prometido una vida eterna contigo, SEÑOR, TEN PIEDAD.
A/. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. T/: Amén.
L/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
(6, 3-4. 8-9).
“Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a
Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con
él en la muerte para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva... Por
tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues
sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más;
la muerte ya no tiene dominio sobre él”. Palabra de Dios. T/.
Te alabamos, Señor.
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