Señor, me declaro culpable, pido clemencia, perdón por
mis pecados.
Me acerco a ti con absoluta confianza porque sé que tú
prefieres la penitencia a la muerte del pecador (cfr. Ezequiel 33,11)
A ti no te gusta ni la venganza ni el rencor, tu corazón
es compasivo y misericordioso, y sé que sólo estás esperando a que tenga la
humildad de reconocer mi pecado, arrepentirme y pedir perdón para desbordar la
abundancia de tu misericordia.
"Cuando confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y
justo, nos los perdona" (1 Jn 1,9)
Miro al horizonte: veo tus brazos abiertos y un corazón
de Padre queriendo atraerme con lazos de un amor infinito.
Padre, perdóname, quiero recibir el abrazo eterno, tu
enseñanza es muy clara: para ser perdonados y poder entrar en el Reino de los
cielos debemos tener un Corazón como el tuyo.
"Perdonad y se os perdonará" (Lc 6,36)
"El que odia a su hermano es un homicida" (1 Jn
3,15)
"Con la medida que midiereis se os medirá" (Mt
7,2)
"Si no perdonáis, tampoco el Padre os
perdonará" (Mc 11,23)
Nos pides que seamos buenos cristianos por la práctica de
la caridad evangélica.
Que seamos benévolos con quienes nos han hecho daño, con
quienes nos han ofendido, nos han traicionado y nos odian, pues de otro modo no
mereceremos que lo seas Tú con nosotros.
El siervo al que se le condonó su deuda, cuando no quiso
él hacer lo mismo con otro que le debía, fue encarcelado.
Perdió el perdón que había obtenido al no ser él capaz de
perdonar.
Padre, envía tu Espíritu de amor y perdona mis pecados,
purifícame, sáname, restáurame, renuévame con la Sangre Redentora de tu Hijo;
ayúdame a tener un corazón como el Suyo, un corazón humilde y generoso capaz de
perdonar, arranca de mí el corazón de piedra y dame un corazón de carne.
Amén
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