En esta vida les demostraste tu gran amor, y ahora que ya
están libres de toda preocupación concédeles pasar con seguridad las puertas de
la muerte y gozar de la luz y la paz eterna.
Señor mío Jesucristo, que no viniste a perder, sino a librar las almas de los hombres, de quienes te constituiste remedio y libertad dando tu vida por su rescate.
Humildemente imploramos tu clemencia y misericordias
inefables, para que te apiades de todas las almas de los fieles difuntos que son atormentados en las penas del purgatorio, a fin
de que las que justamente son por sus pecados afligidas, sean por tu benignidad
perdonadas, pues las has redimido con tu preciosa sangre, consigan por los
méritos e intercesión de la Santísima Virgen María y de todos tus Santos.
Señor te pedimos que liberes las almas de las penas que sufren y las lleves a la gloria, donde te alaben y gocen por los siglos de los siglos.
Amén
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